Una futura maestra infantil...
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- ¿se habían olvidado de mí?
Detrás de mí sonó una voz desconocida que dijo:
- Hola Iris ¿Cómo estás?
Me di la vuelta y allí estaba ella Gunesvinda, montada en su escoba, con un traje rojo, una capa verde con su sobrero rojo y sus zapatos verdes. Empezó a dar vueltas sobre mí riéndose.Estaba sorprendida de verla, pero no entendía muy bien porque estaba allí si no la buscaba y cuando la buscaba no la encontraba. Cuando se puso en frente de mí le conteste:
- Estoy triste, porque me he perdido y nadie se preocupa por mí, porque no viene nadie.
Gunesvinda se ríe mientras hacia piruetas con su escoba.
-tienes hambre- me dijo
- si- le conteste
- Esta es mi casa ven conmigo a merendar
- ¡pero si es la hora de comer!
- No importa, como yo no llevo reloj lo mismo me da.
Entraron en la casita, tenía una sola habitación y en el centro se encontraba una mesa redonda con mucha comida. Nos sentamos y empezamos a comer. Según íbamos comiendo yo iba notando que estaba más contenta y que podía hacer cualquier cosa. Gunesvinda me miraba con una sonrisa pero no decía nada. Cuando acabamos de merendar, me pidió que le acompañara hasta una de las ventanas. Dio un pequeño silbido y las alas de las mariposas se abrieron dejándome ver el exterior…
- ¡ves ese nido lleno de pajaritos que están empezando a volar! Primero dan pequeños saltos y mueven las alas pero no vuelan, luego darán unos saltitos más grandes y su cuerpo y sus alas cada vez irán teniendo más fuerza. Se caerán muchas veces pero su mama les ayudara a levantarse, hasta que ya no tengan miedo y vuelven a su lado.
- ¿qué me quieres decir con eso?
- Que con los niños pasa lo mismo, tienes que creer que puedes hacer las cosas y si de verdad las crees. Serás capaz de hacerlas, porque también tus padres estarán a tu lado ayudándote siempre.
Iris la miro sorprendida. Gunesvinda continúo diciendo:
- Si tienes confianza en ti misma serás capaz de lograr todo lo que te propongas, si te equivocas vuelves a empezar y poco a poco tendrás amigos, aprenderás cosas y será una niña feliz, tienes que decir siempre ¡Yo puedo! Y entonces te sentirás más fuerte. Al principio cada vez que lo digas te acordaras de mi porque conforme te hagas mayor me iras olivando. Porque ya serás capaz de hacer todo lo que quieras.
De pronto estaba de nuevo junto aquel roble solo, a lo lejos escuchaba las voces de sus compañeros que le llamaban, fue corriendo hacia ellos y todos se pusieron contentos de haberla encontrado, la abrazaban y le daban besos al mismo tiempo que reían. Iris se sintió feliz al ver que la querían y se habían preocupado por ella.Miro hacia atrás y no vio ni la casita ni el roble ni a Gunesvinda y recordando las últimas palabras que le dijo la brujita, sonrió y volvió a casa feliz y contenta sabiendo que a partir de ese momento todo sería distinto. Y preguntándose como su abuela se acordaba de Gunesvinda.